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Yo soy de la escuela pública

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Yo soy de la escuela pública

He ido a un colegio público. Y recuerdo a todos mis profesores. A la inmensa mayoría con mucho afecto. Hace muchos años que nos les veo pero al recordar a cada uno de ellos no puedo evitar una sonrisa.

Mis profesores de colegio público me enseñaron a descubrir el mundo, a pensar, me formaron como persona. Algo que nunca podré agradecerles lo suficiente. F. me enseñó el potencial que ocultaba debajo de una fachada de timidez. Y me enseñó a no conformarme. A querer ser más, a luchar por ser la primera, a vencer mi apatía.

Con C. me encontré en esos años que los niños empiezan a hacer preguntas. Ella me hizo ver que, también en la escuela, se puede hablar de todo y que no existen preguntas incómodas sino respuestas inadecuadas. Más tarde llegó P. y con ella seguí mi evolución en la vida descubriendo cosas que ni imaginaba mi mente.

La última etapa del camino como estudiante fue la mejor. La que más me enseñó y la que más me ha marcado en la vida. La llegada de una nueva alumna me puso las cosas difíciles. En M. no solo encontré quien me enseñó Lengua y Literatura. Encontré a quien me enseñó cómo debía afrontar la vida. Lo hizo con dulzura y con la ayuda de los libros. No recuerdo mejores lecturas que las que ella me recomendaba.  Nunca he disfrutado tanto de los libros como en esa etapa. Y nunca he tenido a nadie más inteligente al lado para comentarlos.

Y todo eso me lo dio el colegio público del barrio donde vivíamos. Lleno de trabajadores de la construcción, de fábricas de sector del automóvil y de mujeres que, si salían de sus casas, era para ir a trabajar a otras. Una zona del extrarradio. Una zona “trabajadora” en la que solo había un colegio concertado.

Yo fui feliz en la escuela pública. También mis amigos. No nos ha ido mal. Profesores de universidad, abogados, fisioterapeutas, empresarios, periodistas. Todos salimos de la pública. Todos éramos niños de barrio que pudieron crecer tanto como sus capacidades les permitieron. Sin pensar en pagar cuotas, sin pagar extraescolares costosísimas. Todo ello gracias a un sistema público, a los mejores profesores y a unos padres entregados a la educación de sus hijos que ponían horas de su tiempo para enseñar lo que ellos sabían.

La bondad de la educación pública es que no hace distingos entre clases sociales, sexos, religiones… Todos somos iguales. Y todos tenemos que luchar para seguir siéndolo y para conseguir una educación pública de calidad. De más y más calidad. De ello depende nuestro futuro.

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18 COMENTARIOS

  1. Me siento un poco rara porque yo no tengo tan buenos recuerdos del cole. No es que fuera malísimo pero creo que mi colegio podría haber sido mejor si el sistema en su conjunto fuera más equilibrado, mis monjillas de ciencias no tenían mucha idea como cuento en mi post, y siempre he llevado esa carga a cuestas.
    Yo tuve suerte de que mis padres pusieron el dinero para que yo recuperara el tiempo perdido, y puede que porque sé la suerte que he tenido no quiero que los niños tengan que pasar por lo mismo.
    No se puede recortar en educación, de hecho creo que hay que invertir mucho más de lo que se hace, mejorar el sistema para que sea igual en todos los colegios, y para que enseñen no solo matemáticas si no a pensar e innovar, si no nunca vamos a mejorar como país ni generar una economía sostenible porque que yo sepa no tenemos petróleo para vender!
    A ver si ahora con las protestas se consigue no sólo mantener lo que se intenta quitar si no mejorar el conjunto en su globalidad!

  2. Yo también soy de la pública. De un cole de pueblo en los años 80 donde con muchos alumnos de etnia gitana. Y me ha ido fenomenal, hablo tres idiomas, saqué una oposición a la primera después de seis meses de estudiar, trabajo en lo que me gusta. Y creo que soy lo que soy gracias a ese colegio. Una educación mas cara y más elitista no se yo si me habría dado tan buen resultado.
    Un beso

  3. Yo también estudie en la Pública, cole, instituto y facultad. Tengo recuerdos estupendos de mi paso por el cole, recuerdo al profesor que cambio mi vida, el único que le dijo a mi madre: “esta es una vaga de marca mayor, ha sido capaz de aprobar el curso con nota sin abrir un libro, pero si la soltamos se perderá, lo dejará y habremos desperdiciado su potencial”, me abrazo y entrego mi boletín de notas de octavo, mi madre lo cogió, lo miro y me dio una “ostia” delante de todo el mundo de las que hacen historia…..había aprobado.

    En el instituto no me fue bien, mi adolescencia fue dura y yo era una cafre, además con 16 años tuve que dejar el instituto porque en casa hacía falta la pasta. Con 21 años comencé a ha estudiar de nuevo (me matricularon mi madre y mi ahora marido) en el instituto, en nocturno, y allí con más años que Carracuca aprecié el instituto y conocí a profesores que eran grandes personas y formadores excelentes, también había gente no sabias que hacia allí pero por suerte son los menos.

    Acabé el instituto en septiembre con una media de 8.7, gracias a una profesora de inglés, de cuyo nombre no quiero acordarme, que decidió hacerme pagar el haberla puesto en ridículo en el claustro de profesores porque tenía la estupenda costumbre de ridiculizar a un chiquito que tenía un problema mental en clase, y me suspendió ingles de 3º hasta que reclamé mi examen al departamento, como era posible aprobar ingles de COU con un 6 y suspender el de 3º con un 4.30….con ayuda por supuesto.

    Fui selectividad, aprobé con una nota de 6,21 y me fui a la UNED, hice dos años de informática técnica de sistemas y luego me pasé a Matemáticas a la Complu donde no me convalidaron nada, así que tuve que empezar de nuevo, y allí me lo he pasado pipa, hasta que modificaron la ley, y resulta que la asistencia a clase era obligatoria (yo desde los 16 no he dejado de currar ni un día) y había clases a las que no podía ir, aquí estoy sin acabar porque los horarios de las optativas de primer ciclo son a las 12 de la mañana (si vas de tarde) o las 16 (si vas de mañana) y la asistencia es como digo es obligatoria, así que no pude acabar.

    La pública es buena, hay que mejorarla, pero si esto desaparece, mucha gente como yo que no tenía opciones no podrá estudiar.

  4. ¡Qué bien dicho! Yo también soy fruto de una educación pública, y tampoco me ha ido mal. Más bien al contrario por lo que veo cerca de mi. Y si queremos que nuestros hijos crezcan creyendo en la diversidad, pluralidad, integración, interculturalidad… predicar con el ejemplo y vivir en esa diversidad e integración es parte del aprendizaje, porque lo que nos cuentan pero no vivimos normalmente no llega a aprenderse. Un beso

  5. Yo también estudié en una pública, y esos años fueron de los mejores, he de decir que en mi Isla, las escuelas en esa época, eran ejemplares, buenas instalaciones, profesorado, actividades, compromiso, una auténtica gozada. Y me consta por mi hermana, que sigue así, hay que luchar porque eso sea en todas, y en toda España.
    Un besote

    • Claro que los tenemos que decir con orgullo. La generación mejor preparada de este país ha salido de aulas públicas. Sigamos haciendo que así sea.
      Bss

  6. Estoy llorando que lo sepas, me has hecho recordar aquello que yo viví que mis padres eligieron para mí y que yo he elegido para mi hijo y por lo que pienso luchar alto y fuerte.

    gracias por contribuir con nuestra #marefucsia

    • Pensaba escribir sobre recortes pero decidí quedarme con todo lo bueno que me ha dado la escuela pública. Lo que soy se creó allí.
      Me siento orgullosa de gritar que sí, que yo soy de la pública.
      Y no he salido nada mal, no? 😉

    • Quiero que mi hija tenga la posibilidad de tener tan grandes maestros como los míos. Sí a la pública, sí a que se siga invirtiendo. Porque de ello depende el futuro de nuestros hijos y de este país.

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