La vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa. -Albert Einstein
Suena el despertador. Como cada mañana me levanto. Incluso antes de llegar a mirarme en el espejo enciendo la radio. Es una costumbre que tengo desde hace muchos, muchos años. Espero esa voz reconocible que me dice: “Buenos días son las 7 de la mañana”.
Desde las ondas empiezo a escuchar una letanía que desgraciadamente me resulta demasiado familiar. Que si alguien recibió medio millón de una trama mientras estaba casado con una ministra, que si la susodicha se gastaba miles (averigüe el juez si con dinero propio o vaya usted a saber de quién) en confetti y globos para el cumpleaños de sus hijos, que si el alcalde (de otro color) de una ciudad está imputado por corrupción y no quiere dimitir, que si el Yernísimo por aquí, que si la Infanta por allá, que si pa´ sobre los de la época de F. que eran de cemento armado y contenían personas, que si B. vuelve de esquiar y nos deleita con un dedo al aire…

Voy camino del trabajo. Aprovecho para echar un rápido vistazo a los periódicos. Más podredumbre: sube la tasa de paro, alguien dice que los jóvenes emigran por espíritu aventurero, cada vez más familias tienen a todos sus miembros sin trabajo, ERES, más ERES, la economía no mejorará el próximo año, los bancos de alimentos en situación límite…
Necesito un café. Me lo tomo agradeciendo que aún tengo la posibilidad de pagarlo. Me siento privilegiada dentro de mi pequeña pocilga. Y esa sensación me asquea.
Durante la comida intento no prestar atención a la realidad que nos invade. Pero no puedo.
Siento que me avergüenza el país en el que vivo. Ese que han creado esos que venían a salvar la patria –ahora y antes- y el que por dejadez u omisión dejamos a nuestros hijos. ¿Qué mierda de sociedad es esa que fija su mirada en los números y la macroeconomía para evitar desviar sus ojos en la miseria que hay a su paso? ¿En qué nos hemos convertido?
Me niego a volverme insensible a la realidad. Pero no a la general, sino a la mía, a la de la gente como yo. Por eso me obligo, ya por la noche, a volver a sentarme delante del televisor. Esta vez me escupe la realidad a la cara. Una octogenaria a punto de ser desalojada por retrasarse en su pago del alquiler, una mujer se quema a lo bonzo en una sucursal bancaria ante su desahucio, miles de familias sin casa, las colas de recogida de alimento…
Esta es la realidad. Veo niños que solo hacen una comida decente al día -la que les ofrece el comedor escolar-, niños que tiene anemia porque la alimentación de los bancos de alimentos carece de productos como leche, carne… Niños que viven sin calefacción ni agua caliente. Niños que han dejado de ser ejemplares para pasar a ser conflictivos. Niños que víctimas de nuestro sistema, de la falta de talento e ideas de los que nos gobiernan. Pero también de los que les hemos dejado hacer mirando hacia otro lado.
Sí, me siento culpable. Y no sé que hacer. Me quejo, salgo a la calle y grito (ya sabéis algunos de mi afición a reivindicar) pero no es suficiente. Lloro, mucho, cuando veo a las familias y a los niños que sufren. Y no es en África, es en la calle de al lado. Quiero hacer algo, siento que tengo que hacer algo.
Me siento culpable por haber permitido que este país se haya convertido en la basura que hoy es.
Post dedicado a dos de los grandes @peinetapintxomo y @papaLobox por su publicación
[…] VAMOS A SEGUIR SENTADOS ESPERANDO A VER QUE PASA por Urbamon […]
[…] VAMOS A SEGUIR SENTADOS ESPERANDO A VER QUE PASA por Urbamon […]
[…] VAMOS A SEGUIR SENTADOS ESPERANDO A VER QUE PASA por Urbamon […]
Lo increible es que nosotros nos sintamos culpables y los corruptos, yernos, y demás casta estén tan tranquilos.
Si haces algo, cuenta conmigo 🙂
Una más para la causa. Esto es ser gente generosa y entregada.
Gracias y un placer conocerte.
[…] VAMOS A SEGUIR SENTADOS ESPERANDO A VER QUE PASA por Urbamon […]
Muy, muy, muy bueno. Contenido y continente. Y reconozco que es fácil caer en el vicio de sentirse mal cuando algo te sale bien o, simplemente, cuando tienes una situación laboral estable viendo las miserias que hay a nuestro alrededor.
No nos lo podemos permitir. Todos los que tenemos conciencia, nos vaya bien o mal, tenemos todo el derecho a quejarnos y a luchar por un mundo mejor. Nosotros somos casi fijos en toda protesta que se precie, que ya parecemos los Willy Toledo de la Madresfera, pero es que tenemos que estar en la calle, no sólo en internet.
Sé que parece que no se inmutan con las manifestaciones, pero creo que es un pulso… un “hacer como que no me importa, hasta que se cansen”, pero tenemos la obligación de seguir. Y de hacer que no se sientan cómodos y que pasear por la calle tranquilamente sin sentirse abochornados sea una entelequia para ellos. Así empezarán a cambiar las cosas, cuando ser político y caradura tenga no sólo pros sino muchísimas más contras.
Seguro que nos encontramos el sábado en las calles de Madrid: por la sanidad,. la educación, la justicia… por el estado de “bienestar” que se empeñan en bombardear.
Tenemos que tomar conciencia de la necesidad de hacer algo para dejar “un futuro” a nuestros hijos.
Una excelente entrada, y gran reflexión! En la situación que me encuentro, es casi inmoral que me queje, porque otros están de verdad mal. Y siento esa misma impotencia, de no saber qué hacer, y ganas de correr, pero no hay donde huir….es momento de parar, mirar al frente y llamar a las cosas por su nombre.
Un besote
Sí, a veces me dan ganas de tirar la toalla y salir huyendo del país como las ratas antes del hundimiento total del barco.
Pues si maja, sentimos lo mismo. Y encima a todos los ERES, despidos y demás dramas, hay que sumas los que, teniendo un trabajo, nos vemos obligados a aceptar condiciones de mierda y encima casi dando las gracias…
Un besillo guapa
Agradecidas de poder dar un techo y de comer a nuestros hijos. Pero ¿y si nos tocase a nosotros? podemos ser cualquiera. Yo estoy cansada de ver el sufrimiento en la gente que me rodea. Tenemos que hacer algo. No sé qué pero algo.
“Me siento privilegiada dentro de mi pequeña pocilga. Y esa sensación me asquea”. Con esta frase creo que haría una lámina… Yo me siento como tú. Es insufrible.
Besos desde mi pocilga…
Somos muchas, somos fuertes y creo que tenemos poder para cambiar la situación. No sé si mucho o poco pero dando pequeños pasos allanaremos el camino a los que vienes.
Bss y gracias
Me has puesto los pelos como escarpias, ese texto lo hice por lo mismo que tú, porque me parece insostenible y porque me quiero autofagelar por no salir más a la calle. Asíq ue como ha dicho el gorila, nosotros a partir de ahora somos una familia-perroflauta que va a intentar no perderse ni una manifestación y salir y protestar que es lo único que nos queda ahora.
UN beso, mil gracias por la mención y el viernes te enlazo en mi rincón bloguero.
Pues yo estoy empeñada en hacer algo más. No me puedo quedar de brazos cruzados. Por mi pro también por mi hija.
Olé por tí!!!
La realidad nos está aplastando y no podemos consentirlo. Todo lo que necesites: cuenta conmigo!