Hace unos días viví una situación que me provocó un nudo en el estómago. Una vivencia que quiero compartir con vosotras. Una situación que me hizo sentir culpa. Porque yo hubiera reaccionado tal y como aquella mujer pensaba que lo haría su hija. Porque me sentí desagradecida y (entendedlo bien) hasta un poco despreciable.
Es una historia que pasa una tarde cualquiera en una parada de autobús de una línea indefinida. Una historia de una abuela y un nieto. De una abuela inquieta, preocupada, triste. Por un momento me recordó a mi de niña cuando no quería volver a casa porque esperaba una reprimenda por algo mal hecho. Eso mismo es lo que decían sus palabras, pero mucho más sus ojos.
La abuela había ido, como cada tarde, a buscar a su nieto al colegio. Allí habían cogido el autobús para ir a casa. La mujer charlaba con el nieto y se preocupaba de que comiera la merienda. En esto llegó su parada. Ambos bajaron. Pero olvidaron la mochila en el interior del autobús. A los pocos metros la abuela decidió volver a la parada esperando que el mismo autobús con el mismo conductor pasase.
La preocupación salía por sus poros. “Se me ha olvidado” “Soy una vieja” “Y encima con los libros y la chaqueta” “Qué me dirá tu madre” “Qué me dirá”. Esas eran sus palabras y pensamientos.
Me vi en la situación. Llegas tarde trabajar y descubres que tu hijo ya no tiene mochila. ¿Enfado? Mucho más. Eso es lo que temía la abuela. La reacción de su hija.
Sin embargo esa mujer no merecía reproches. Todo lo contrario.
Esa mujer aparca su vida para entregarse a su hija y su nieto. Esa mujer hace posible que la vida de su hija sea mucho más tranquila. Esa mujer es la #conciliación para esa familia. Esa mujer, y otras muchas abuelas, merecen todo mi reconocimiento, respeto y amor. Ella y por supuesto mi madre. Gracias yaya.
Uff maja, se me ha puesto un nudo en la garganta. Cómo te entiendo! Por una parte pensar en esa pobre mujer, con la mejor de sus intenciones, se me parte el alma, pero por otra, con lo que cuestan los libros y las mochilas… ay, qué dilema!
Un besillo guapita
Enorme!!!!!…. Muchas gracias por compartirla. Detallazo de agradecimiento a tant@s y tant@s abuelo@s, que como muy bien dices, aparcan sus vidas, para ayudarnos. Gracias a todos ellos, y a ti, por esta maravillosa historia.
Saludos
Diana
Muchas gracias por pasarte y comentar.
Y, como muy bien dices, gracias a todos esos abuelos que nos hacen la vida mucho mejor.
Bss
Vaya, de una gran ternura el post. Me encantó.
María
Muchas gracias.
Fue una situación que me llegó al alma.
Bss
¡Glup!….gracias por compartir.
Gracias a ti por pasarte. Multípara.
Bss
Qué tristeza! Entiendo que la madre, con tantas cosas en la cabeza, piense en la pérdida de la mochila como algo “trágico”, pero de ahí a culpabilizar a su propia madre, y que ésta, la abuela, esté tan temerosa por el “qué dirá”, o regañina… Encima que se preocupa, cuida al nieto… Basta con llamar a la estación de autobuses y decir que se han dejado la mochila.
En ocasiones en la vida diaria se nos olvida dar las gracias a nuestras madres/padres por todo lo que están haciendo por nuestros hijos. Quizás vivir esta situación no fue más que un recordatorio para mi.
Me has hecho llorarporque a veces yo les pregunto si n hecho una cosa u otra al llevar o recoger a mi hija del cole en vez de decir.GRACIAS
A veces no pensamos el esfuerzo que hacen y que difícil sería nuestra vida sin ellos.
Bss